Por Meghan Walsh
Traducción de Silvia Campos
En
una tarde de viernes de junio, la Plaza de Armas en Cajamarca estaría a
rebosar de vida. Ahora es invierno, y aunque las densas nubes blancas
revolotean bajo en la distancia, el sol en el norte de esta ciudad
peruana aprieta caluroso. Las parejas se sientan en los bancos unas
frente a otras. Los niños corren en la hierba entre parterres. Hombres
trajeados avanzan por el perímetro. Es un día idílico. Pero algo más
amenazador no escapa a la vista. En la ladera de la montaña que domina
la ciudad se han tallado en la vegetación las palabras Nova Conga. Es
una advertencia constante más allá de la plaza, cercada con hoteles
internacionales y restaurantes caros. Allí hay otra realidad.
En las calles laterales, fuera de la vista de la Plaza de Armas, los campesinos se alinean a pie de carretera para vender queso, huevos de codorniz y cacerolas. Las mujeres nativas quechuas llevan las tradicionales faldas de franela hasta la rodilla, brillantes carteras estampadas colgadas al torso, y altos sombreros de paja sobre unas largas trenzas negras. Tienen la piel oscura y curtida por estar trabajando toda una vida a pleno sol. Cuando sonríen se les ven pocos dientes.
Aquí, en las montañas de los Andes, en medio de las llanuras altas de hierba, se distinguen dos clases de personas: aquellas que han alcanzado una prosperidad económica gracias a la presencia de oro, y quienes han sentido que los tejidos sociales y ecológicos, que una vez mantuvieron unida a esta comunidad, se están desgastando por la invasión de los intereses corporativos.
En las calles laterales, fuera de la vista de la Plaza de Armas, los campesinos se alinean a pie de carretera para vender queso, huevos de codorniz y cacerolas. Las mujeres nativas quechuas llevan las tradicionales faldas de franela hasta la rodilla, brillantes carteras estampadas colgadas al torso, y altos sombreros de paja sobre unas largas trenzas negras. Tienen la piel oscura y curtida por estar trabajando toda una vida a pleno sol. Cuando sonríen se les ven pocos dientes.
Aquí, en las montañas de los Andes, en medio de las llanuras altas de hierba, se distinguen dos clases de personas: aquellas que han alcanzado una prosperidad económica gracias a la presencia de oro, y quienes han sentido que los tejidos sociales y ecológicos, que una vez mantuvieron unida a esta comunidad, se están desgastando por la invasión de los intereses corporativos.
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Manifestantes marchan hacia el lago Perol en junio contra el proyecto minero Conga. Imagen de Meghan Walsh. |
Conga,
cuyo mensaje en la montaña condeno abiertamente, es una mina de oro y
cobre de 5 mil millones de dólares programada para que dé comienzo en
2016 a 20 años de excavaciones. Conga se acelerará al igual que otra
operación minera masiva que reformó la región que está por terminar. Las
mismas empresas que hay tras el proyecto Conga (Newmont con sede en
Colorado es el principal accionista, seguida por la peruana
Buenaventura) también gestionan Minera Yanacocha, un yacimiento que ha
dado más de 7 mil millones de dólares del valor del mineral en las
últimas dos décadas.
Yanacocha ha sido fuente de tumultos sociales y ambientales a lo largo
de su permanencia. Muchos de los lugareños, temerosos de que la historia
vuelva a repetirse, han pasado varios años dedicados a ahuyentar a los
inversores. Los manifestantes detuvieron los intentos de Yanacocha de
anclarse en el pasado, y sus protestas virulentas contra Conga llevaron
al presidente peruano a suspender temporalmente la construcción, así que
parecía que la oposición podría prevalecer. Pero a medida que pasa el
tiempo, es más evidente que el proyecto continuará según lo estipulado.
Por tanto la pregunta ahora es: ¿Conga será otra Yanacocha? ¿O ayudará a
los cajamarquinos a salir definitivamente de la pobreza?
La minería no tiene el potencial suficiente para reforzar un desarrollo
económico en zonas empobrecidas. Pero tal y como escribiera Leonith
Hinojosa, una becaria de investigación de la Facultad de Medioambiente y
Desarrollo de la Universidad de Manchester, en un debate en Internet
organizado por la Universidad de Columbia en torno a si la minería es la
clave para la prosperidad en Latinoamérica: "Todo depende de las reglas
del juego."
Mirando al pasado
Cuando Yanacocha abrió las puertas por primera vez a principios de los
90, los vecinos del lugar —la región tiene una población total de unos
1,3 millones— pensaron que representaría una oportunidad para vivir
mejor. Como con cualquier proyecto de este calibre, habría un coste
ambiental, junto con el desplazamiento forzado de la población rural.
Pero también habrían puestos de trabajo, regalías y nuevos negocios. Las
personas, en su mayor parte, eran acogedoras. Sin embargo, la
desilusión pronto se asentó.
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El lago andino de Perol. Acabará agotándose y se usará como vertedero de residuos si dan luz verde al proyecto. Imagen de Meghan Walsh. |
"Cajamarca
tuvo una oportunidad, y la hemos perdido," dijo Carlos García, un
nativo que ha trabajado como ingeniero minero durante casi una década.
Le cambiaron el nombre desde que lo desautorizaron a que hablara
conmigo. "Cuando Yanacocha apareció, todo el mundo hizo las cosas mal.
Yanacocha no tenía las mejores normas ambientales. El gobierno [de
Cajamarca] no estaba preparado, así que echaron a perder las
oportunidades."
En primer lugar, la seducción de empleo resultó ser un espejismo.
Yanacocha creó más de 10.000 empleos directos (algunos a tiempo completo
y otros sobre una base contractual), pero la mayoría fueron para los
extranjeros con estudios. Si bien la pobreza en Cajamarca mejoró durante
unos cuantos años, no fue más que en áreas comparables sin recursos
naturales lucrativos. La región sigue siendo una de las más pobres del
país.
La posterior afluencia de personas, que estaban haciendo mucho más que
la población en general, ha hecho subir el coste de vida. Según un
informe de 2009 de la Corporación Financiera Internacional, un inversor
en ambas filiales, Yanacocha ha creado "demanda excesiva" para los
servicios públicos, mientras que sus contribuciones sociales han sido
"relativamente insignificantes." La empresa construyó escuelas, pero
sólo para las familias de los empleados, además de imprimir una división
de clases.
"Muchos conflictos asociados con la expansión de la minería están
vinculados, de hecho, con la distribución de los beneficios," escribió
Hinojosa, la experta panelista para el debate en Columbia.
Luego había que lamentar las calamidades ambientales. El Ministerio de
Pesca —y muchas otras fuentes— documentó miles de truchas muertas ya que
el agua subterránea estaba contaminada por la escorrentía ácida. La
erosión del suelo y los niveles de sedimento en los canales de agua
aumentaron, mientras que los arroyos comenzaron a secarse. La minería a
cielo abierto necesita cantidades inmensas de agua para primeramente
explotar la roca de la tierra y luego separar el mineral, que también
precisa de vastas cantidades de cianuro.
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La policía en una protesta que duró varios días. Imagen de Meghan Walsh. |
Después
de que Yanacocha empezara a construir las minas a cielo abierto,
próximas a los canales que traían agua a los agricultores rurales, se
redujeron a una fracción de su anterior flujo de agua, según un estudio
publicado por la Universidad de Wageningen en los Países Bajos. Si las
comunidades locales querían Yanacocha para construir la infraestructura
que restableciese los niveles de agua, estaban obligados a transferir
sus derechos sobre éstos de manera indefinida. Así lo hicieron, y
Yanacocha construyó la reserva de San José. Pero tras una serie de
desperfectos, la presa nunca llegó a funcionar plenamente.
Entonces en el año 2000, un camión derramó 150 kilos de mercurio en más
de 40 km de carretera. La empresa no consiguió notificar a los oficiales
y limpiar el desorden, permitiendo que cientos de vecinos del lugar
soñaran con la mezcla de oro contenido, el poder recogerlo con sus
propias manos y llevárselo a casa como si de un tesoro se tratase. El
incidente provocó disturbios.
"Cajamarca ha empeorado desde lo de Yanacocha," afirmó García. "Ha dividido mucho a la comunidad."
En realidad Newmont redactó en Diciembre de 2012 una carta a la
población admitiendo su culpa: "Queremos reconocer los errores que hemos
cometido en nuestro proceder de los hechos y los negocios realizados.
Lo más importante, pedimos disculpas por la desconfianza que hemos
generado y por no contar con su confianza."
La guerra por el agua
El Observatorio de Conflictos Mineros de Latinoamérica comunicó que se
están llevando a cabo en la región más de 200 disputas sobre misiones
mineras. El agua es el núcleo de la mayoría: por los derechos, su acceso
y la calidad de ésta. El año pasado, José de Echava, ex- viceministro
de medio ambiente de Perú, relató a la Agencia de Prensa de Francia
(AFP) que la ferocidad y la frecuencia de los enfrentamientos están
aumentando, y más que nada, "todo es por el agua."
El agua es la principal razón por la que los campesinos, así como
el gobierno regional, luchan contra Conga. El proyecto, que ya ha
desenterrado unas humedades frágiles, drenará cuatro lagos andinos y los
sustituirá por embalses artificiales. Una vez que se use el agua para
separar el mineral, será tratada antes de ser distribuida, por lo que
también aumentarán las preocupaciones sobre la calidad.
De acuerdo a un estudio externo de la evaluación ambiental de Newmont,
del que se encarga el presidente peruano, "la situación del agua
mejoraría" – si la empresa cumple con sus promesas. Los autores afirman
que la actual calidad bacteriológica del agua no es apta para el consumo
humano y que causaría infecciones intestinales, mientras que el agua
tratada cumpliría con los estandares más altos. Incluso así, el estudio
destacó que los embalses, como estaba previsto, no tendrán suficiente
capacidad. Tienen que ser más grandes.
Otro estudio independiente, esta vez por el hidrólogo asentado en
Colorado, el Dr. Robert Moran, también sostiene que las instalaciones no
podrán purificar el agua tal y como están diseñadas a un nivel lo
suficientemente alto para el consumo humano.
Los consultores también aconsejaron a Newmont que aportara más dinero a
un fondo social porque tras el cierre de la mina, los municipios locales
aún tendrán que apoyarse en el nuevo sistema hídrico y gestionarlo.
"Lo que sugieren es que se controlen todos los recursos hídricos en esta
zona," dijo Moran en una reciente entrevista. "Cuando se vayan, ¿quién
se hará cargo de las operaciones? El pueblo subvencionará durante
generaciones los costes futuros relacionados con el mantenimiento de la
instalación y la acumulación y tratamiento de aguas contaminadas."
Los manifestantes continúan convocándose regularmente en las cuencas de Conga.
"Estamos aquí para proteger nuestra agua, y luchar por el pueblo" dijo
Marina Catrina, de 19 años, durante una protesta que duró tres días el
pasado junio y que atrajo a unos 1000 manifestantes. Catrina vive cerca
del lago Perol —una de las lagunas que serán drenadas y usadas como
vertedero— en una tierra que su familia ha cultivado durante más de un
siglo.
El legado de Conga
Como se muestra en la Plaza de Armas, la minería puede significar
prosperidad para los países en desarrollo de América Latina. Solo
Yanacocha pagó 1,2 billones de dólares en impuestos y derechos
nacionales entre 1994 y 2006, según una declaración de la Corporación
Financiera Internacional (IFC). La extracción minera representa el 10%
del PIB de Perú, y se espera que las inversiones en minería sean de un
total de 14 mil millones de dólares este año. Se espera que estas cifras
sólo aumenten en un futuro no muy lejano.
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Cajamarca. Imagen de Meghan Walsh. |
A
pesar de los legados del pasado, estas grandes sociedades no tienen los
medios para financiar las inversiones sociales, proporcionar puestos de
trabajo y actualizar la infraestructura. Pero la realidad ha sido más
bien otra: en su lugar, los gobiernos tienden a apoyar a las empresas
extranjeras, los líderes a menudo buscan ganancias financieras a corto
plazo, y los promotores en general no respaldan el medio ambiente o la
calidad de vida de las personas.
En 2008, Newmont presentó un estudio de impacto ambiental del que los
expertos extranjeros dijeron que era "un desafío incluso para técnicos
cualificados" el poder entenderlo. Sin embargo, el gobierno lo aprobó a
toda prisa y sin el consentimiento de los líderes regionales. El
ministro de Energía y Minas que lo firmó fue Felipe Ramirez del Pino, un
ex-ejecutivo de Newmont. El presidente Ollanta Humala despidió al
anterior ministro, que se opuso al estudio, y lo reemplazó por del Pino.
Según Moran, el estudio de impacto ambiental "no representa una ciencia independiente y desinteresada."
Pero la mayor crítica de Moran es que el estudio no mencionó Yanacocha
ni una vez ni usó lo que pasó allí como un vaticinador de lo que es
probable que se desarrolle con Conga, a pesar de que los sitios están a
sólo unos pocos kilómetros de distancia y tienen la misma estructura
ecológica.
"Tenemos más de 20 años de experiencia en el mundo real de Yanacocha,"
exclamó Moran. "No tenemos que depender de la especulación. La
experiencia debería ser la base de hacer declaraciones futuras y no ha
sido así."
Entonces justo el año pasado, Humala enmendó la "Ley de Consulta
Previa." La legislación requiere sociedades para negociar acuerdos con
las tribus indígenas en la cordillera de los Andes, muy rica en
minerales, y en el Amazonas antes de desarrollar proyectos sobre sus
tierras. Pero ante la insistencia del ministro de minas, el presidente
revisó la norma para excluir las comunidades de habla quechua, las
cuales se encuentran mayormente en los Andes.
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Manifestantes locales. Imagen de Meghan Walsh. |
Sin
embargo, han habido buenas noticias. A principios de este año, el jefe
de la Autoridad Nacional del Agua del país, el Dr. Hugo Jara, anunció
que el gobierno tiene previsto invertir un adicional de 394 millones de
dólares en los embalses y proyectos de tratamiento de agua para
beneficiar a los cajamarquinos. Dijo también que la autoridad
garantizará los derechos de agua de las comunidades agrícolas andinas,
dándoles mayor ventaja jurídica durante las negociaciones con las
empresas mineras. Respecto a las recomendaciones de los expertos
extranjeros, Newmont también ha declarado que considerará la reubicación
del vertedero de residuos de Perol y ampliará la capacidad de los
embalses.
Aproximadamente el 41% del territorio de Cajamarca ha sido dividido por
las concesiones mineras, sin embargo, el 58% de la población se gana la
vida con la agricultura. Queda por ver si su medio de vida anterior será
capaz de aguantar después del ir y venir de las minas.
Durante una visita el pasado verano, hablé con un empleado del
Departamento Regional de Economía de Cajamarca, que dijo que las
personas quieren un negocio que pueda prosperar en el tiempo sin afectar
negativamente al medio ambiente, como el turismo, la reforestación o la
agricultura. Pero las agencias locales ineficientes y no estructuradas
no han sido capaces de desarrollar ninguna de estas industrias.
"Cuando llegó Conga, no estábamos haciendo nada," dijo García. "¿Por qué el pueblo no propuso otra alternativa?."
Mientras tanto, la ciudad permanece dividida y el número de víctimas de
la mina en disputa. Y aquel soleado viernes, a sólo unas manzanas de
distancia de la cuidada Plaza de Armas una campesina se encuentra
sin un puesto de comida. En cambio, tiende una mano hacia el cambio y
un cartel de cartón que dice: "El precio del oro." The price of gold.
-.-
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